El moroso profesional es una figura más extendida de lo que parece en el alquiler de pisos y toparse con uno es un gran quebradero de cabeza para los arrendadores. Están organizados y saben lo que hacen. Begoña lo ha sufrido en sus propias carnes. Optó por lanzarse al mercado del arrendamiento con su antigua vivienda en La Coruña. Al poco tiempo, una familia se interesó por el anuncio. La pareja, un taxista y una auxiliar de farmacia con un hijo, querían alquilar la casa, pero sólo tenían para pagar un mes de fianza y no dos como rezaban las condiciones. Begoña accedió.

Aquí comenzó una pesadilla que se prolongaría durante más de medio año. «El primer mes ya hubo problemas para recibir el pago. Me decían cosas como que se había muerto la abuela o que tenían mucho trabajo y no podían acercarse al banco a hacer el ingreso», cuenta esta afectada. Al final, cobró el primer mes con 15 días de retraso.

Al mes siguiente, todo fue a peor. «Ya no podían pagar. Me ponían excusas como que les habían estafado un viaje en taxi y que necesitaban solventar sus deudas», recuerda Begoña. Ésta les dio un poco de margen, pero dejaron de contestar a sus mensajes y llamadas. Entonces, se personó en el piso y encontró una puerta cerrada a cal y canto. Fue en ese momento cuando comprendió que eran morosos profesionales. Según el último estudio sobre morosidad de arrendamientos del Fichero de Inquilinos Morosos (FIM), la morosidad en España creció un 8,49% en 2015. Aunque no hay cifras sobre el número de morosos, en torno al 10% son profesionales, estima Pere Branchfield, profesor de la EAE Business School y autor del libro Análisis del moroso profesional, en el que analiza la naturaleza de este colectivo. Reconocer a un moroso profesional es difícil, pero no imposible. Branchfield explica que suelen ser varones, con una edad de entre los 35 y 65 años, de clase media alta y con estudios. ¿Sus armas? El engaño, la evasión y apelar a los sentimientos de los propietarios. «El moroso profesional tiene una buena capacidad de comunicación interpersonal, viveza de espíritu y gran inteligencia emocional y habilidad para escaquearse. Igualmente, posee un carácter sumamente afable, es un gran seductor, divertido, atractivo, con gran don de gentes, cae bien a los demás e inspira confianza2, explica Branchfield. Además, no tienen propiedades a su nombre, por lo que los gastos judiciales del desahucio deberán correr a cuenta del arrendador. «El proceso de desahucio en España aún es muy garantista para el moroso y, muchas veces, el casero tiene que conceder quitas de las rentas sin pagar para lograr que el deudor se marche lo antes posible del piso», añade el experto en morosos.

Más vale prevenir

El viejo dicho de más vale que prevenir que curar es la clave para no verse afectado por uno de estos deudores. Sergio Cardona, director de Estudios y Calidad del FIM, explica que «antes de alquilar hay que analizar muy bien al interesado e incluso consultar el FIM para intentar conocer la probabilidad real de impago del sujeto y si ha tenido algún antecedente previo». «El moroso profesional tiene un modus operandi. Siempre aconsejamos no fiarse de las personas que quieren pagar varios meses por adelantado y tener cuidado con las excusas y retrasos constantes en el pago. Para tener tranquilidad, siempre hay que recurrir a profesionales», opina Cardona. Las aseguradoras ofrecen pólizas de impago de alquiler con precios desde 100 euros, una opción nada despreciable si se tiene en cuenta todo lo que se puede llegar a perder por el impago (el importe medio adeudado por los morosos asciende a 6.424 euros, según el FIM). Incluso las redes sociales pueden ayudar a los arrendadores a evitar conflictos. La compañía DAS, a través del scoring social de la startup Traity, ofrece al arrendador estudios sobre futuros inquilinos basándose en la reputación on line. Si las medidas preventivas fallan, el casero debe demandar y comienza un proceso de desahucio que se alarga, de media, ocho meses.

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