El verano es la mejor época del año para realizar obras en el edificio. Una menor afluencia de propietarios y las condiciones climatológicas favorables lo recomiendan. Y La Colmena no iba a ser menos. Pasadas las lluvias, y una vez se pudo determinar que los problemas en la terraza-cubierta del Ático B [¿Quién paga las reparaciones por humedad, el propietario o la comunidad de vecinos?] tenía que sufragarlos la propia comunidad, no había tiempo que perder y los propietarios decidieron en junta extraordinaria y por acuerdo de mayoría aprobar una derrama. Pablo, el vecino del 8º C, que en su carrera presidencial había apostado por que «los propietarios con viviendas vacías pagarán más comunidad», paradójicamente se había quedado sin trabajo después de llevar años currando en una tienda de muebles. Obviamente, durante la reunión, Pablo expresó su malestar por la aprobación de una derrama que no hacía sino agravar el problema económico que estaba atravesando personalmente. Es más, «no sé por qué tengo que hacer frente a este gasto imprevisto», se dirigió a Gregorio, el administrador. «La Ley de Propiedad Horizontal no contempla la situación laboral a la hora de excluir del pago a un propietario», respondió Gregorio. «Por lo tanto», continuó,» aprobada la derrama, si la considera contraria a sus intereses dada su situación económica, podrá votar en contra e impugnar judicialmente el acuerdo». Con todo, Paquita, que había cogido cariño a Pablo porque durante el invierno le había amenizado con su guitarra las tediosas tardes, preguntó al administrador si cabía la posibilidad de flexibilizar el pago de esta derrama para este caso en concreto. «Ciertamente, la ley no entra a regular su duración por lo que quedará a criterio de la junta de propietarios», aclaró. Sometido a votación, los propietarios asistentes decidieron, por un acuerdo de mayoría simple, que Pablo pudiera pagar la derrama en «cómodos plazos y sin intereses». «No todo es blanco o negro, sino del color del cristal con que se mire», se oyó decir a Paquita. Fuente: elmundo.es Autor: Luis Parejo

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