La justicia castiga a una pareja de ancianos con 2.000 euros de multa por «acoso olfativo» a sus vecinos

En un caso sin precedentes, la justicia italiana ha considerado que el olor a fritanga es un delito y ha castigado a una pareja con 2.000 euros de multa por «acoso olfativo» a sus vecinos, que llevaron el caso hasta el Tribunal Supremo del país.

En el código penal italiano ya estaban incluidos el comportamiento antisocial y el arrojamiento de cosas, pero la resolución del Tribunal Supremo determina que este reglamento «también es aplicable en el caso de acoso olfativo» y que, al no existir límites que midan con precisión las molestias, «se debe tener en cuenta el criterio de tolerancia normal». Los jueces enviaron a un perito, que se presentó en la casa para valorar los daños provocados por los olores, y que ha considerado que esta «tolerancia normal» ha sido superada. Los propietarios, Roberto V. y Maria P., de 78 años, serán multados por ser «olfativamente molestos» para sus vecinos.

La sentencia 14467/2017 considera que la emisión de olores desagradables se tiene que incluir dentro del «arrojamiento de cosas» en espacios comunes. Así, la legislación italiana ha pasado a incluir el exceso de vapores, gases, humos y olores como un delito que será castigado en todo el país, con penas de entre 1.000 y 2.000 euros.

En este primer caso, las quejas de los vecinos son muy antiguas —la primera denuncia la pusieron en 2011— y han tenido que pasar por dos juzgados hasta que el máximo tribunal ha confirmado lo que los dos anteriores ya habían establecido: que el olor a fritanga excesivo que se cuela en espacios comunes es ilegal.

Los culpables, acusados de «comportamiento antisocial», vivían en la planta baja de un edificio de la ciudad de Monfalcone, provincia de Gorizia (norte de Italia). Según denunciaban sus vecinos del tercero, de una rendija de ventilación de su cocina salían continuos humos, ruidos y olores molestos que impregnaban las viviendas de los demás, apestándoles con el olor de sus salsas y de los «fritti misti» que cocinaban, un plato de pescados y mariscos fritos. «Todo mi apartamento se impregnaba con el olor de la salsa para la pasta y del pescado frito. Parecía que su cocina estaba en mi casa», denunció ante el juez el vecino que los denunció.

El abogado Matteo Santini, experto en derecho vecinal, explica en el diario Repubblica que las causas judiciales relacionadas con la comida son cada vez más frecuentes en Italia. «Las protestas llegan o por el vecino molesto o por el restaurante que está debajo de las viviendas y que invaden el patio, las escaleras y las residencias, porque muchos locales no tienen ventilación, no están en regla con la ley». Ante estos casos, los afectados pueden llegar a denunciar daños psicológicos y depresiones provocadas por los olores insoportables, que en ocasiones les lleva a cambiar de vivienda.

Fuente: http://internacional.elpais.com

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