JOAQUIM BOSCH GRAU, magistrado y portavoz territorial de Jueces y Juezas para la Democracia, compartió hace muy pocas semanas en Twitter su pesadumbre por encontrarse una vez más, como juez de guardia, con una persona mayor fallecida. Una persona muerta desde hacía días, en avanzado estado de descomposición, precisaba. Una contradicción macabra la de morir en soledad cuando desde Aristóteles se afirma que el hombre es un animal social y político. Y precisamente a nuestra sociedad y a nuestros mecanismos de asistencia social que se deciden en la esfera política iban dirigidas la velada crítica final del juez valenciano en su comentario.

Una reflexión tremendamente dura que debería hacernos replantearnos la importancia de los servicios sociales y la necesidad de dotarlos del presupuesto necesario para evitar dramas y episodios tan tristes. El servicio de teleasistencia, por ejemplo, que gestiona la Conselleria de Sanitat junto a diputaciones y algunos ayuntamientos, sería una de esas actuaciones públicas que debemos defender y exigir que cada año esté mejor dotado para que nuestros mayores de 65 años que viven solos, o que gran parte del día no pueden ser atendidos por sus familiares, puedan ser socorridos ante cualquier imprevisto pulsando el botón del dispositivo que llevan encima. Que nuestros ancianos puedan vivir en su espacio habitual el tiempo que su salud se lo permita con la confianza que alguna persona está pendiente de su vida aunque sea por medio de un botón, sí es demostrar que somos una sociedad desarrollada.

En el caso de algunas ciudades, como puede ser Alicante, sería sumamente interesante dejarse de batallitas palaciegas o de proyectos faraónicos, como construir un túnel subterráneo en la Explanada para liberar este emblemático paseo de tráfico hundiendo coches y millones de euros, y calcular cuántos de nuestros mayores se encuentran prisioneros en sus propios hogares por no disponer de ascensor en su comunidad de propietarios.

Barrios tradicionales como El Pla, Carolinas, Florida, San Antón, por citar algunos, se construyeron con inmuebles de hasta cinco plantas de alturas en una época en la que no se requería tan elemental infraestructura sin la que la mayoría de la población no sabría hoy vivir. Comunidades de propietarios en las que resulta imposible alcanzar un acuerdo para afrontar el proyecto, la burocracia y la obra de transformar parte de su zona común en espacio libre para colocar un ascensor por la cuantía de dicha intervención que muchos de sus inquilinos no pueden permitirse realizar. Inmuebles que han visto perder su valor en el mercado y la marcha de los hijos de los primeros propietarios a zonas más confortables de la ciudad o de la playa.

¡Qué beneficioso sería que los ayuntamientos evaluaran el número de edificios con estas circunstancias! ¿Y por qué no sacar a la calle a algunos trabajadores municipales para que conociéramos la realidad de muchas comunidades de propiedades en las que tenemos personas mayores imposibilitadas para salir a la calle? Sería un trabajo de necesaria coordinación entre servicios sociales, urbanismo y hacienda para desarrollar un buen proyecto que permitiera plantear posibilidades para corregir esta situación buscando financiación en las distintas administraciones y en los propios vecinos para recuperar estos inmuebles.

Sería una inversión social que mejoraría la calidad de vida de una parte de la población vulnerable y generaría puestos de trabajos en distintas zonas de la ciudad que sufren una lenta decadencia. ¡Cómo no lamentar algunas inversiones del famoso plan Zapatero de 2008 que se proyectaron deprisa y corriendo ante la explosión de la burbuja especulativa del sistema cuando se podía haber remodelado muchos de nuestros inmuebles ganando confort para una población cada vez más envejecida! Quizás daba pereza pensar en esas personas o tal iniciativa suponía no dar salida al excedente de viviendas nuevas construidas por doquier. Pero la realidad está ahí, quizás en un 4º o en un 5º de cualquier edificio de nuestra ciudad donde un día un juez tendrá que asistir al levantamiento de otro cadáver abandonado.
Fuente: elmundo.es
Fuente imagen: elmundo.es

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